Comentario diario

Rezar unos por otros

?Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho?. El centurión que hace esta petición a Cristo, obtiene de Jesús el milagro de la curación: ?voy yo a curarlo?. El milagro le obra Cristo, pero la Providencia de Dios ha querido contar con la intervención del centurión. Es verdad que no necesitaba el Señor la petición para curar, pero ha querido hacer al centurión, de alguna manera, autor del milagro. Es muy importante nuestra oración de intercesión por los demás. Quizás en algunos momentos nos pueda parecer algo rutinario, pero no es así. Dios quiere contar con nuestra participación para obrar el milagro porque quiere hacernos partícipes de su poder y de su gloria. Es como si un gran pintor hubiera terminado un gran cuadro, pero no quiere darlo por terminado hasta que no firmemos nosotros también. La Iglesia, consciente de esto y de su papel de intercesora no deja de pedir por las necesidades de todos los hombres en cada celebración litúrgica. Si tuviéramos esto más presente al rezar cada día por los familiares y amigos, por tantos enfermos y necesitados, lo haríamos más y mejor.

Además, esta oración de intercesión agranda el corazón de quien pide y le ayuda a querer mejor a aquellos por quienes pide. En alguna ocasión en que Dios parece retrasar lo que pedimos puede esconderse este ?truco? del Señor. Está esperando que insistamos más para que nuestro amor por la persona crezca. También para que nuestra esperanza se haga más fuerte. Pedir no le cambia el corazón a Dios sino a nosotros. Por ello nos ayudará mucho a aprender a querer y ser más pacientes con los demás en la medida en que pedimos por ellos ¡Cuántos favores y dones del cielo están esperando para ser concedidos a que alguien los pida! También pedir la limosna de la oración. Es verdad que ?Cristo está delante del rostro de Dios y pide por mí. Su oración en la cruz es contemporánea de todos los hombres, es contemporánea de mí: él ora por mí, ha sufrido y sufre por mí, se ha identificado conmigo tomando nuestro cuerpo y el alma humana? (Benedicto XVI, Catequesis sobre la oración, 8-VI-2011). Pero también es verdad que Cristo quiere darnos el espacio para ser solidarios en las necesidades de los demás.

Hemos de pedir y hacer con insistencia. Jesús nos ha dejado indicaciones bien precisas en su enseñanza, nos propone parábolas ?sobre la necesidad de orar siempre y no desfallecer? (Lc 18, 1), pero la cuestión es si encuentra una respuesta de fe en cada uno. El centurión pidió porque creyó y Jesús alabó su fe: ?os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe?. Fe y oración van íntimamente unidas. Si no rogamos más es porque nos falta fe, nos puede parecer inútil porque no nos fiamos de Jesús que nos ha dicho que pidamos con insistencia. Decía San Agustín: creamos para orar, y para que no desfallezca la fe con que oramos, oremos. La fe hace brotar la oración y la oración, en cuanto brota, alcanza la firmeza de la fe? (Sermón 115).

María, nuestra Madre es modelo de la Iglesia suplicante. Volvamos nuestra mirada a Ella para mantenernos constantes en la oración de unos por otros y firmes en la fe.

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