La Pascua lanza al vuelo multitud de pájaros de alegría que quieren posarse en las ramas del árbol de nuestra vida. Un acontecimiento tan intenso necesitaba tiempo de preparación y tiempo de asimilación. Celebrada la Pascua, aquellos cuarenta días que la preparaban encuentran ahora el eco de los cincuenta días que la celebran. Los evangelios de estos días narran los encuentros con la nueva presencia del Resucitado. ¿Dónde encontrarnos con el Resucitado que todo lo hace nuevo? Si el sepulcro está vacío, no hay que buscar entre los muertos al que vive… Si María lo confunde con el hortelano, cada persona es lugar de encuentro con el Resucitado…. Si los que vuelven tristes y frustrados a su aldea de Emaús lo perciben en alguien que se pone a caminar con ellos, hagamos sitio y prestemos atención a cuantos nos encontremos por el camino… Y al final del camino, con las manos vacías, porque todo era prestado, que las ramas secas del árbol de nuestra vida este lleno de pájaros de alegría.
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