El 8 de marzo de 1550, con su muerte, entró Juan de Dios en la casa del Padre. Juan de Dios es un santo que escribió poco, pero que dejó un rastro de la misericordia de Dios que se prolonga hasta nuestros días. El sermón del padre Ávila –san Juan de Ávila- sobre la misericordia de Dios en la fiesta de san Sebastián aquel día 20 de enero de 1539 fue el desencadenante de su conversión, marcando un antes y un después en su vida. Supuso para él un choque emocional profundo que encontró en el padre Juan de Ávila un acompañamiento para este proceso de cambio y de conversión. Juan Ciudad pasó a llamarse Juan de Dios. Y quien es de Dios no puede dejar de vivir para los demás. En Juan de Dios tenemos una buena ayuda para vivir este Año Santo de la Misericordia. En su fiesta nos unimos a los Hermanos de San Juan de Dios, profesionales y voluntarios, y a tantas personas atendidas en sus heridas del cuerpo y del alma, para dar gracias a Dios por el regalo que hizo a la Iglesia y al mundo en este apóstol de la caridad.
(Fotografía del Hno. Jesús Etayo, actual superior general de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, con quien pude compartir amistad y vida hospitalaria durante algunos años).
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